Todos conocemos el típico final de los cuentos “vivieron felices y comieron perdices”, pero como hemos dicho en la entrada anterior algunas editoriales se están planteando cambiar los finales de algunos cuentos por sus versiones originales no tan ingenuas, o al menos más realistas que las actuales.
Desenlaces como que la Bella Durmiente se despierte después de 100 años con el beso de un príncipe o que Caperucita se salve de las garras del lobo está propiciando, según algunos expertos en literatura infantil, la formación de individuos vulnerables frente a los avatares de la vida.
¿Deberían entonces tener finales cruentos y tristes? Sugieren que deberían plantearse las dos posibilidades para que los libros cumplan con su misión pedagógica.
Los cuentos infantiles tienen una trama básica (introducción, nudo, desenlace), que aunque acaba felizmente, no todo es color de rosa, siempre se plantea un problema a resolver.
Yo pienso que la literatura infantil está para divertir y entretener a los niños, no para hacerles pasar un rato malo contándoles que su personaje o héroe favorito muere al final del cuento. Además ¿acaso no hay desgracias en los cuentos? Por ejemplo, Disney no tiene ni una sola historia sin tintes dramáticos, como es el caso de la madre de Bambi o el padre de Simba del Rey León.
Creo que con finales felices se lo pasan mejor y cogen un mayor hábito de lectura, para en un futuro elegir, si quieren o no, libros con finales infelices.
Noticia obtenida de http://www.bebesymas.com/